Así es llamado popularmente el hecho de declararse abiertamente homosexual y dado que muchos famosos se han unido a la invitación como George Michael, Linsay Lohan o Ellen DeGeneres su penetración en la mente de las nuevas generaciones ha ido en aumento.
Sin embargo esta no es una verdad absoluta como se nos pretende hacer creer.
¿Qué hay para las personas que sienten atracción por individuos de su mismo sexo pero que no desean vivir como gays o lesbianas?
¿O para quienes consideran que declararse homosexual equivale a llevar una vida sexual que fisiológicamente no es compatible con el disfrute natural de su cuerpo?
Aquí puede ser muy cuestionable salir del closet ya que se condena a una persona a una vida de insatisfacción permanente cuando tienen derecho a saber que existe otra opción que nunca se menciona: la reorientación sexual.
No hay que olvidar que científicamente la homosexualidad es una cuestión psicológica, originalmente fue considerada como parafilia pero por presiones de los grupos homosexuales se le dió el término de preferencia sexual. El mismo Freud consideraba que era reversible y su hija Anna practicó la terapia de reorientación sexual.
A este respecto existen incluso agrupaciones como la NARTH con un gran historial en terapia de reorientación sexual fundada por el psiquiatra Joseph Nicolosi en 1992.
Sin embargo los “activistas gays”, no desean que esto se conozca y los medios de comunicación evitan tocar estos temas temerosos de ser tachados de “homofóbicos”, término utilizado para satanizar a sus detractores.
En materia de derechos civiles es muy respetable declararse homosexual, pero también es un derecho la reorientación sexual para quien así lo desee y es aquí donde dichos grupos no aplican el mismo criterio.
Lo lamentable del caso es que buscan también que se declare contraria a la ética cualquier terapia que promueva la reorientación sexual negándole esta posibilidad a quien así lo desee.
Si lo analizamos bien, lo realmente carente de ética es ocultarle a la sociedad las opciones existentes y permitir a las personas decidir con información tendenciosa y parcial.
Una vez con las cartas sobre la mesa que cada quien haga de su vida un carnaval.